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Los vaivenes del poblamiento hispano, el siglo XVII

Templo de Guadalupe de los Reyes


Si bien la villa de San Mjguel logró desde su fundación un poblamiento constante, al igual que Chiametla y Sinaloa, las Vírgenes de Cosalá sufrió el embate de la población nativa, cuyas insurrecciones provocaron que se despoblara en 1602. En la narración de la conquista de los indios xiximes ocurrida a principios del siglo XVII, el historiador jesuita Gerard Decorme expresa con espanto cómo, al buscar la obediencia de estos indios al monarca hispano, el gobernador de Nueva Vizcaya los atrajo al real de San Hipólito para su evangelización. Sin embargo, cuenta Decome cómo (algunos indios xiximes) se encaminaron al Real de Las Vírgenes y en el camino mataron a un español con su hacienda con u n hijo suyo y cinco indios con sus mujeres que se lleva ron para comérselos, dejan­ do las entrañas en señal de lo que habían hecho

Contamos con testimonios que cubren el espacio de nuestro interés en las primeras dos décadas del siglo XVII. En primer lugar, la Descripción geográfica de los reinos de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya y Nuevo León, escrita por el obispo de Guadalajara don Alfonso de la Mota y Escobar y por otro la Descripción de Nueva Galicia, de don Domingo Lázaro Arregui. Mota y Escobar estuvo muy atento a la presencia de los reales de minas Hay en lo cercanía de esta villa de Culiacán tres reales de minas a doce, quince y veinte leguas. El uno de ellos se llamó de Las Vírgenes, otro de San Hipólito y otro de Los Vegas, que en tiempos pasados fueron minas de gran prosperidad, cuyo beneficio era por fundición, y de ley muy gruesa, y todos tres reales se despoblaron y destruyeron el año de seiscientos dos con la rebelión y alzamiento que hicieron los indios de la nación Acaxee.

Seguramente este testimonio refiere al mismo acontecimiento señalado anteriormente, si bien la rebelión fue de ambos grupos indígenas Acaxees y Xixime. El despoblamiento hispano no fue definitivo, pues como apunta el obispo, a pesar de ello había perspectivas de consolidación de los asentamientos:

Está hoy (1605) el de La Vírgenes poblado con dos haciendas de mulas, donde se benefician los metales. En tiempo que estos reales estaban en pie eran doctrina de un clérigo que de presente ya no lo hay, por no haber quién dé salarios y ahora con la nueva paz se han tornado a poblar 1151.

En tanto los pueblos de indios que anotó fueron escasos, seguramente por no haber sido exhaustivo, aunque también es posible que muchos de ellos hubieran sido despoblados temporalmente, debido a que la tierra no estaba aun totalmente pacificada. Moto y Escobar ubicó entre los ríos Elota y Son Lorenzo sólo cinco pueblos que fueron Elota, Acochán, Abuya, Tabalá y Novito. De éstos, al menos los naturales del pueblo de Elota se dedicaban al cultivo de maíz y algodón, la recolección de frutas y a la pesco ribereña, si bien, la recolección de miel fue una actividad tradicionalmente realizada por los pueblos indígenas ubicados al pie de la sierra, como son Abuya y Tabalá; en cambio, los pueblos costeros realizaban sus pescas en la desembocadura de los ríos, y su fuerza de trabajo era utilizada por los españoles en la recolección.

En 1621 don Domingo Lázaro de Arregui, vecino de Tepic, realizó a petición de las autoridades la Descripción de Nueva Galicia, reino al que como hemos visto pertenecía la provincia de Culiacán y por tanto el Real de las Vírgenes. Arregui estaba particularmente interesado en localizar los asentamientos de la población indígena, de tal forma que ubicó tres nociones para la provincia de Culiacán: Lacapaxa (Pacaxe) desde el río Piaxtla rumbo a las tierras altos de la villa de San Miguel, Tahue de la villa a la desembocadura del río Culiacán y Tebaca del río Humaya hacia los altos de Badiraguato. Evidentemente los que ahora nos interesan son los pueblos de la nación Lacapaxa, entre los que apuntó a 29, de los cuales al menos cerca de la mitad ( 14) pertenecieron al que después · fue tenientazgo de Cosalá 117l. Estos fueron los de Elota, Cógota, La Estancia, Conitaca, Vinapa, Abuya, Tacuichamona, Tabalá, Aoso, Alayá, Acatitlán, Las Vegas, Acolo y Cuxpita. A diferencia del obispo Mota y Escobar, Arregui no hizo ninguna referencia la Real de las Vírgenes, que por entonces habría deja de existir.

La debilidad del poblamiento inicial se refleja también en la inestabilidad de las doctrinas religiosas. A fines del siglo XVI la provincia de Culiacán se dividía en dos beneficios, San Miguel de Culiacán y Real de las Vírgenes, mientras que la labor misionera de los jesuitas empezaba en las montañas, y esporádicamente en el valle de Culiacán. Sin embargo, tras la retirada de la población hispana motivada por la rebelión Acaxee - Xixime de 1602, en 1605 el obispo de Guadalajara don Alfonso de la Mota y Escobar encontró la parroquia dividida entre dos clérigos seculares; uno más beneficiado en Elota, que probablemente era el que había estado en Real de las Vírgenes; además de los jesuitas en las minas de Carantapa (o Cariatapa), en Badiraguato.

En los años siguientes y hasta 1632 hubo nuevos intentos por repoblar Las Vírgenes, sin embargo, no se logró establecer un asentamiento constante. El historiador Héctor R. Olea apuntó cómo en 1632 ocurrió un nuevo despoblamiento hispano, al partir las personas ahí establecidas a minas recién descubiertas en las tierras del altiplano de Nueva Vizcaya. No fue sino poco antes de 1670 que el beneficio de las Vírgenes volvió a ser establecido, si bien ahora la referencia a él era como Real de las Vírgenes de Cosalá, que según parece, por entonces tomó su nombre completo.

Es pues, para la parte final del siglo XVII cuando encontramos un poblamiento hispano firmemente establecido en el Real de las Vírgenes de Cosalá, lo que le valió ser considerado para la administración civil como un tenientazgo dependiente de Culiacán. De tal forma, el alcalde mayor de la provincia de Culiacán nombraba en su representación a un teniente de alcalde mayor que se asentó en este real de minas.

Obtenido de:


El límite del distrito que correspondía al tenientazgo de Cosalá fue marcado al sur con el tenientazgo de San Ignacio perteneciente a la alcaldía de Capola (y por tanto con la Nueva Vizcaya) en el río Elota, sobre todo en la parte media del río, pues en su desembocadura le correspondieron ambos márgenes. Al norte, en tanto, el límite fue marcado por el río de Navito, si bien aquí también no de forma absoluta, pues las tierras bajas a partir de Quilá hasta la desembocadura correspondieron al distrito de Culiacán, y dependían directamente de la villa de San Miguel. El curso medio y alto fue parte de Cosalá. Hacia el oriente el tenientazgo {y la provincia de Culiacán) colindaba con la jurisdicción del reino de Nueva Vizcaya, mientras que la parte del poniente llegaba hasta el Mar del Sur. Gran parte del litoral del distrito de Cosalá estuvo integrado por la península de Quevedo entonces conocida como la “Isla de las Guayabas”.

Obtenido de:

Revista Cultural Presagio. (2002). 18 Encuentros con la Historia; Cosalá. Gobierno del Estado de Sinaloa. https://wikisinaloa.org/18-encuentros-con-la-historia-cosala/

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