El territorio donde actualmente se ubica Cosalá, estuvo ocupado por pueblos prehispánicos que se asentaron principalmente en la rivera de los ríos, como lo fueron los grupos indígenas Tepehuanes, Acaxees y Xiximies; testimonio de esta civilización lo encontramos en diversos petroglifos y pinturas rupestres que se pueden apreciar en varias regiones del municipio. Sin embargo dichos asentamientos no se convirtieron en poblaciones importantes pues los indígenas tenían más bien el carácter seminómada y su ruta natural era hacia el la serranía del actual estado de Durango en donde se erigió la misión jesuita de Tepehuanes para su sometimiento
En ruta contraria a la peregrinación azteca, llegaron los españoles acompañados de nativos aliados, y en agosto de 1531 hallaron un bello lugar llamado Quetzalla o Cozatl, “Lugar de bellos alrededores” y “Lugar de Guacamayas”, en el cual inmediatamente pudieron constatar la existencia de una gran riqueza mineral. No obstante lo anterior, no es hasta el 13 de marzo de 1562, cuando se tiene constancia de la fundación de Cosalá, siendo Amador López, de oficio minero, quien detectó el enorme potencial de riqueza y exploró los cerros que circundan el valle, como lo son: “San Nicolás”, “El Palmar”, “La Cobriza” y “De Barreteros”, encontrando en éste último las primeras vetas de plata y a todos ellos mineralizados, procediendo a establecer el pueblo en el mismo lugar que ocupa actualmente, o sea en los lomeríos situados en la margen izquierda del Arroyo Grande.
Los misioneros Fray Juan de Herrera y Fray Pablo de Acevedo, evangelizadores de América, le dieron el nombre al pueblo que comenzaba a erigirse y a los asentamientos mineros que empezaban a constituirse, como “Real de Minas de Nuestra Señora de las Once Mil Vírgenes de Cosalá”. En los años iniciales de la conquista, Cosalá era un territorio que formaba parte de la provincia de Culiacán, los naturales y los territorios sometidos fueron asignados en encomienda a los soldados españoles, a la sublevación indígena dichos territorios eran convertidos en corregimientos. La provincia de Culiacán formo parte desde su establecimiento del reino de Nueva Galicia cuya capital fue Guadalajara, por tanto Cosalá dependió de dicha audiencia. Existen informes originados en 1605 por parte del Obispo Alonso de Mota y Escobar, describiendo la existencia en el Real de las Vírgenes de Cosalá de dos haciendas de beneficio.
En el año 1759 otro Obispo, Don Pedro Tamarón y Romeral, realizó un informe de los principales asentamientos, señalando que eran de origen minero y entre ellos destacaba la riqueza de Cosalá. Durante el siglo XVII y la primera mitad del XVIII, el Real de Cosalá fue destruido e incendiado hasta en tres ocasiones, lo que ha impedido conocer con precisión el paso de la historia y es a mediados del siglo XVIII cuando encontramos a un Cosalá con una población de trazo igual al que conserva en la actualidad con sus calles y callejones retorcidos, las iglesias de San Francisco Javier, ahora Capilla de Guadalupe, y la Parroquia de Santa Ursula, y contando ya la región con ocho haciendas de beneficio de metales preciosos, lo cual la hacía muy próspera, siendo la mayor de todas y una de las más grandes descubiertas en el occidente del país, la de Guadalupe de los Reyes, que ya en 1830 rendía un millón de pesos de plata anuales. Esa producción la conservó desde 1816, año de su primera gran bonanza, hasta 1943 en que cerró sus puertas durante la segunda guerra mundial.
En importancia después de Guadalupe de los Reyes estaban las minas de: San José de las Bocas, Santa Cruz de Alayá, el pueblo de Alayá, Tlapacoya, Nuestra Señora, La Ciénega y El Cajón de Tlapacoya. En 1810 al inicio de la Independencia de México, Cosalá era considerada como la población más prospera del Noroeste de México, con un inventario de más de cincuenta minas. La fama del mineral había llegado a todo el país y en carta de Don Miguel Hidalgo y Costilla al Coronel González Hermosillo fechada en 1811, le ordena la toma de Cosalá debido a los grandes caudales de oro y plata que existían en el poblado, sin embargo, el Coronel no logró tomar la plaza al ser derrotado en el Combate de San Ignacio. La minería floreció y creció hasta inicios del siglo XX cuando inicia su declive, no obstante, a mediados de ese siglo, se asienta en El Mineral de Nuestra Señora una compañía minera que reactivó la economía del municipio hasta que se cerró por problemas de origen laboral. En ese sitio actualmente se encuentra realizando trabajos de exploración una Compañía minera, que viene a representar una nueva etapa de oportunidades para la minería de Cosalá.
Es la minería el referente y el símbolo de mayor identidad de Cosalá, por lo cual en los dos escudos conocidos del municipio se encuentran representados los implementos utilizados para la actividad minera, en el más antiguo en su cuartel superior derecho aparece un machete, un pico y una pala, ilustrando las herramientas mineras, mientras que en el escudo vigente, en su tercer cuartel se describe: en campo de sable en centro, sol radiante de 16 rayos alternados de oro, el disco solar: carga en palo, con pico de minero, y en faja, una pala. El principal objetivo de los conquistadores españoles fue la extracción de metales preciosos y para ello fundaron asentamientos en lugares poco accesibles y con una topografía irregular, los Reales de Minas.
Los españoles fundaron las ciudades siguiendo una serie de reglas urbanísticas, que para el año 1573 se concretaron en las denominadas leyes de Felipe II, donde se especificaba, entre otros aspectos, que partiendo de una plaza se trazaban las calles formando una cuadricula denominada en “forma de damero”; alrededor de esta plaza deberían de existir una serie de portales y en esos edificios se localizaban la iglesia, las oficinas que albergaban los poderes y las casas de las familias más poderosas, sin embargo, en el caso de los reales de minas debido a lo irregular de la topografía, dichas ordenanzas no se cumplían totalmente, las calles se delineaban siguiendo las pendientes más favorables, originando una forma muy irregular en su trazo, denominada en forma de “plato roto” o geomorfa; Cosalá es una de las expresiones más importantes de este modelo de ciudad minera. Su traza original se encuentra sin alterar, la forma y el ancho de sus calles y banquetas dan testimonio de este fenómeno urbanístico. Calles delineadas de forma irregular de acuerdo a las pendientes del terreno, donde el recorrerlas se convierte en una aventura, con remates visuales y vistas continuas que van jugando con la morfología del poblado, creando espacios urbanos de gran interés arquitectónico y paisajístico, formas que dan testimonio de funciones en desuso, como el uso de carruajes y de bestias de carga, etc.
El gran valor de la arquitectura y el urbanismo de Cosalá está sustentado por un conjunto, es decir, el valor de su centro histórico esta respaldado por las características particulares de cada uno de sus edificaciones y su traza urbana que vienen a conformar una unidad de gran valor, donde la alteración individual repercute fuertemente en su significado. Su arquitectura se caracteriza por una total unidad, casas con techos de carrizo y teja que rematan con una cornisa, muros de adobe con vanos verticales enmarcados por molduras pintadas con colores diferentes al resto del paramento del muro, vienen a conformar una tipología formal homogénea en el total del poblado.
Cosalá conserva intacta su traza urbana en forma de plato roto, la forma y ancho de sus calles y banquetas así como la altura de estas últimas, no ha sufrido modificaciones. Su arquitectura a nivel de fachadas e interiores se conserva en más del 90% y se están realizando trabajos de rescate en búsqueda de alcanzar un 100%. Esta arquitectura es construida con materiales del lugar, siendo el conocimiento de las técnicas constructivas transmitido de generación en generación, y no existe un rompimiento que provoque el surgimiento de una arquitectura con otras características como lo testimonian una serie de edificaciones construidas recientemente en áreas de ensanche de la población, con los materiales y técnicas constructivas tradicionales.
La arquitectura de Cosalá surge de la naturaleza y se integra perfectamente a ella, con patios interiores y gruesos muros de adobe que representan la solución al problema del clima, ya que durante la época de verano e invierno son espacios con una temperatura agradable. La arquitectura de Cosalá no solo se integra al medio natural, sino que surge y es parte de él.